miércoles, 17 de junio de 2009

Opción botarga

“Reinventarse a uno mismo como otro”
Sandra Harding



mi primer acercamiento como botarga




Pienso claramente en Rossi Braidotti cuando hace un llamado a que las mujeres participen de la creación de nuevas representaciones feministas. Plurales y diversas que nos lleven al entendimiento de múltiples formas de la voz de mujer. Por eso me sitúo desde la voz encarnada femenina frente al encuentro con Kotori (mi propia ubicación de Shima), y el despliegue de algunas reflexiones que hacen eco en mi cabeza en torno a: la afiliación a grupos subculturales, lo femenino dentro de estos grupos y mi relación al posicionamiento.

Pienso en el encuentro con Kotori, un chico crossplay sweet Lolita que conocí en Barcelona por mi amiga y compañera de investigación Natalia, como una forma afortunada que detonó un replanteamiento de mirar un posible sujeto de estudio. Hace algunos años atrás ya había tenido un acercamiento a un grupo subcultural gótico dark para la realización de la investigación de mi tesis de licenciatura. Tengo muy presente la sensación que me generó aquel grupo y lo equiparo con el encuentro con Kotori. Sin embargo, con los nuevos aprendizajes en el máster y ante las reiteradas invitaciones del tutor Fernando Hernández de desplazar la mirada, las charlas con Natalia y el ‘derrumbando mitos’ y mi propia vivencia del traslado de país (de Puebla a Barcelona), y por todo lo que tuve que reinventar con este viaje, como dejar mi tranquila casa donde vivía con mi familia: mi chico y dos hermosas gatas; no podía mirar de igual forma en adelante.

En amenas charlas con Natalia planteamos la necesidad de no regresar al recurrente estudio etnográfico- descriptivo que muchos, a través de los estudios culturales, hemos realizado; justo lo que había resuelto en mi anterior trabajo de investigación con el grupo gótico-dark. Y es que mi manera de ver a partir de este viaje, ha cambiado considerablemente. Ambos como sujetos/objetos de estudio (Kotori y la experiencia con el grupo gótico-dark) desplegaban frente a mis ojos una serie de referentes audiovisuales que va desde la música, la literatura, cómics, series de televisión, páginas de internet, el estilo en la vestimenta, que en algún momento me parecía un acto proselitista pero a la vez un acto que reflejaba diversos niveles de entendimiento.

Cuando Kotori nos mostró toda la información que contenía su minilaptop, me sentí abrumada por el exceso de información que nos estaba presentando, pero a la vez había demasiados referentes visuales en común, como la serie animada Candy Candy o Hello Kitty, o el conocimiento de algunas bandas Visual Kei. Aunque nuestra postura sobre estos elementos sea diferente. Yo sé que no pertenezco a una subcultura Sweet Lolita, sin embargo el conocimiento de algunos referentes me resultaban conocidos.

Bal citada por Laura Trafí , otro importante personaje dentro de mi proceso de aprendizaje en el máster, habla de los repliegues como el límite de la superficie y su interior. Yo pienso los repliegues de la falda victoriana de sweet lolita de Kotori de manera metafórica: un eco, una resonancia en nosotras las investigadoras, en los repliegues que se proyectaban en la minilaptop repleto de carpetas que contenían otras carpetas y otras carpetas… El pliegue como el territorio de la transfiguración, espacios intermedios que sitúan el lugar de espectatoriedad en permanente movimiento.

El eco más importante que generó en mí fue el reflexionar como estos referentes audiovisuales han configurado en mi una manera de ser mujer y a la vez de un tránsito por grupos subculturales. Ser mujer en esos trayectos subculturales generalmente misóginos y machistas. Pero ¿de dónde proviene esta conformación relacional entre identidad /subjetividad que me ha conformado? ¿Qué ecos resuenan en mí respecto del acercamiento a Kotori? ¿Qué estrategias trazar para entrar y salir de un sistema heteronormativo excluyente y demandante?

Fernando Hernández asume que vivimos un nuevo régimen de visualidad “en un mundo dominado por dispositivos visuales y tecnologías de la representación”. Pero estos dispositivos y tecnologías debemos pensarlas en situación de entender cómo las imágenes influyen en pensamientos, acciones, sentimientos, y en la imaginación de las propias identidades, pensar en nuestras propias historias y en su relación con lo social.

A temprana edad mi padre me había transmitido el gusto por la música rock. Dos fueron mis discos más importantes en la niñez: en mi cumpleaños número tres, uno de los mas significativos porque mis regalos de cumpleaños fueron unas zapatillas mi alegría, que tendrían, que cumplir con la preparación hacia el deseo de los objetos femeninos, y el disco realizado por Juan García Esquivel, Odisea Burbujas, de una serie de televisión que trataba sobre botargas protegidas por un científico. Por el tiempo en una presentación del Kinder mi madre me disfrazó de mi personaje favorito Mimoso ratón.

odisea burbujas
Disco Odisea Burbujas


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Zapatillas mi alegría


El segundo disco vino a los 5 años de edad, cuando mi padre me regaló el soundtrack de la película Flash Gordon realizado por la banda Queen. Esta película es la que más he visto en mi vida, aproximadamente unas 20 veces. Y lo más atractivo de ésta es el mundo de fantasía que presenta a partir de la posibilidad de un mundo en el espacio exterior, de un rey malvado que destruirá la tierra. Lo mejor eran los cielos de colores, así como la sorprendente variedad de reinos que en ese planeta existían. En la sala de exhibición hice a mis padres ver esta película al menos dos veces.

Flash Gordon

flash gordon
Cartel de la película

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Portada del disco de Queen

Estos debieron ser mis inicios. Cuando fui creciendo me alentaba el gusto por la música, incluso puedo decir que conocí a The Cure por un disco que mi padre tenía en casa, así crecí escuchando a Pink Floyd, Deep Purple, Queen así como algunos referentes pop que también se escuchaban. Recuerdo ser niña y pasar horas mirando la portada del acetato doble de Pink Floyd, A nice pair. Era un mundo sorprendente, había información incompleta en esas imágenes que no alcanzaba a entender. ¿Quién era ese hombre vestido con ropa exótica? No entendía si me gustaba o me asustaba, lo que sí puedo asegurar es que me impactaba.


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Pink Floyd A nice pair

En México, los que pertenecemos a la Generación Peter Punk , hemos coincidido en que de alguna manera los referentes visuales transmitidos por la televisión nacional han impactado de manera significativa en nosotros, formando parte vital de nuestra subjetividad. Al igual que Kotori reconoce estos referentes visuales como parte importante para la construcción de su propia subjetividad. Fernando Hernández entiende el término como la capacidad de acción de los individuos para adoptar un sentido de ser a partir de la reflexión en la interacción con los otros.

Gran parte de los referentes visuales de ésta generación a la que pertenezco esta relacionada a personajes de historias deprimentes que provenían de las animaciones (caricaturas) del Japón: Heidi, José Miel, Remi, Candy Candy, la abeja Maya… También había personajes absurdos como Chabelo, conocido como “Chabuelo, el único niño con varices”. Cuando era niña, deseaba fervientemente ir a su programa de concursos y entrar a la katafixia, él ya tendría 51 años y seguía interpretando a un niño.

Pero también hay imágenes que resultaban deprimentes y sobretodo apocalípticas: el temblor de 1985 que repercutió de manera histórica en los mexicanos al ver sus casas venirse abajo y edificios completos provocando la muerte de miles. Imágenes que parecían de una película de ficción. Un año antes ya habían sido televisadas imágenes de otra tragedia, la explosión de una de las plantas de almacenamiento de Pemex. Un 19 de noviembre nos despertamos con las imágenes televisadas de gente calcinada alcanzada por el fuego que se produjo en San Juan Ixhuatepec, en el estado de México. Recuerdo ver las imágenes que presentaban los cuerpos calcinados de la gente, petrificada como en Pompeya, tomando una ducha, acostados en una cama…

Temblor de México 198585


Explosión de San Juanico



Estas imágenes quedaron en mi mente por años. Pensaba que en cualquier momento podría morir como toda esa gente, sin darme cuenta. Como en una especie de Apocalipsis que no esperaba, que me tomaría dormida por la noche y en el que, si buena suerte tenía moriría. Como resultado de estos miedos tuve mucho tiempo para reflexionar sobre la muerte y la postura que debía tener.

Entre algunos amigos de la Generación Peter Punk bromeábamos en torno a la formación que nos dejaron estas imágenes transmitidas por la televisión: un ánimo oscuro, muy cercano a los preceptos de la subcultura dark, con una cierta fascinación por la muerte pero teniendo también elementos ridículos teniendo en cuenta al referente Chabelo. La broma se extendía a tales niveles que afirmamos que el personaje “el Ecoloco” de la serie de televisión Burbujas era el pionero del dark en nuestro país. Apocalípticos, desencantados pero caricaturescos.

Ecoloco


Aunque no he pertenecido directamente a una subcultura gótico-dark, y sí a la raver, compartía gustos musicales y referentes literarios. Esta subcultura gótico-dark tiene mucha relación a los gothic Lolita y a la sweet Lolita, por lo que con Kotori pude sentir ciertas afinidades sobre el desencanto. Gracias al programa que conducía en Radio Buap, tuve la posibilidad de desplazarme entre diversas escenas subculturales, pues el objetivo de nuestro programa, Lokomozion, era crear vínculos entre los integrantes de diversas subculturas.

Me siento identificada con lo que Judith Halberstam en su texto What´s that Smell afirma, incluso si uno no pertenece una banda, hay múltiples niveles de participación ofertadas en una subcultura. La radiodifusión me permitía tener una visión de diferentes movimientos en la ciudad, como se configuraban y como eran sus formas de reproducción sobre el estilo y la vivencia de los subcultural.


También me siento identificada cuando Halberstam habla sobre los escasos estudios de chicas que hay en las subculturas y de su participación por ejemplo dentro de la radiodifusión local y relacionadas a subculturas éramos únicamente dos chicas las que estábamos involucradas en medios de difusión cultural. Muchos, específicamente hombres, nos decían que algún día nos golpearíamos por la envidia, pero en realidad sentíamos respeto mutuo por nuestro trabajo. Y desde entonces hemos sido buenas amigas.

Mi inserción en la escena underground vino cuando yo tenía aproximadamente 16 años. Más tarde tuve un novio que era baterista en un grupo, quien a su vez tenía un hermano que era otro baterista en otro grupo. Ser la novia de uno de los integrantes posibilita que una chica pertenezca pasivamente a una subcultura. Pues siempre se vive a la sombra de algún chico. En esta ciudad de hecho siguen siendo contadas las mujeres que sobresalen en diferentes subculturas.

En ese mismo tiempo me hice fan de un grupo mexicano que por mucho tiempo me formó e incidió en mi formación hacia el interés por todo aquello que tuviera que ver con lo dark: Santa Sabina. Mi ropa comenzó a cambiar, comencé a vestir de negro, a leer a los poetas malditos, a reflexionar muchos sobre la muerte, tomaba fotografías de los cementerios, tenía el cabello largo y en la calle me gritaban :-¡Adiós bruja! Para entonces mi modelo de feminidad era Rita Guerrero.

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Rita Guerrero

Ser groupie tiene sus demandas. Una vez lo probé por curiosidad, porque tenía todo el escenario dispuesto para “andar con algún chico de la escena”. Mi itinerario iba siempre mas en dirección de espacios Electronic body music y de la escena electrónica. Además de tener cierta agencia al organizar conciertos y fiestas. Es probable que también me lo diera ser titular de un programa de radio más o menos reconocido, pero en realidad eso solo me servía como recurso para entrar gratuitamente a las fiestas.

Así que una vez me fui de gira con un chico que pertenecía al colectivo de música electrónica de moda en el país. Descubrí que ser groupie una postura sumisa, conocí a chicas que tenían prohibido comer “esas cosas que engordan” por órdenes de sus novios djs. Me quedó muy claro que no quería ser groupie, cuando el chico con el que estaba me demandaba una postura sumisa. – Voy a trabajar, la quiero ver aquí, enfrente de mí bailando. La fiesta es para ellos, de ellos, hecha por ellos y aplaudida por muchas ellas. Las groupies tienen un poco más agencia en relación a las novias, quienes al contraer un compromiso más sólido deben complementar las demandas de imagen, entre otros aspectos machistas, que el chico determine.

El primer referente visual femenino que recuerdo y como quien deseaba ser, era una chica que bailaba en poca ropa al iniciar un programa cómico llamado la Carabina de Ambrosio. Era muy pequeña, quería bailar como ella, me parecía hermosísima. Sin embargo había también una groupie, era una botarga que representaba una pájara, ella oscilaba de lo femenino a lo grotesco. Detrás de la botarga había un hombre interpretando a una botarga feminizada. Dos referentes vitales en mi formación.

Pájara Peggy y Gina Montes


Al formar mi subjetividad, confrontado ideas de identidad, que esta dada culturalmente, y presentada como naturalizada y estable, recuerdo mi primer encuentro con Pete Burns. Mi hermana estrenaba su videocassetera beta, en la que podía grabar los videos musicales favoritos, ella era la mayor así que ella decidía cuales grabar y cuales no. A mi se me permitía reproducirlos. Mi encuentro con Pete Burns fue cuando una tarde de cualquier día aburrido de la semana y mientras grababa videos con mis hermanas, apareció en la pantalla ese hombre-mujer… que no sabía describir. El parche en su ojo, pensaba que entendía que era eso, pero quería poseerlo, así que le ordené a mi hermana que lo grabara. Todos esos gestos que naturalmente se relacionan a lo femenino, el vocalista grupo Dead or Alive, lo subvertía. Eran los ochentas y además en territorio mexicano.

Dead or alive- Pete Burns



Crecí oscilando entre referentes femeninos, masculinos y ambiguos. Desde niña me cambiaba el nombre, ahora era Heidi, luego era Tiburcia, luego Tomasita. Hubo un tiempo en que mis familiares me llamaban "señorcito". Me parece que poder jugar a construir personajes nos ayuda a no creer que seamos demasiado indispensables. Hay algo satisfactorio en reírse de uno mismo. Es como mudar la piel, reinventarse como si fuera un juego de muñecas. Al tener conciencia del ser propongo hacer un juego de personalidades que nos ayuden a extraer de esos intersticios otras posibilidades de vernos.

Gracias al Barón Ashler de Mazinger Z, es un personaje que contiene en un mismo cuerpo un hombre y una mujer, tan lejano a la naturalización sexual, ¡que ventaja! Aún en mi país la discriminación y el maltrato a la mujer se presenta como habitual. No me gusta usar faldas muy cortas porque de una manoseada no me salvo. Y si voy por la calle los hombres se sienten con derecho de tocarme, de observarme lascivamente, de gritarme… yo tengo dos opciones: gritar o callar. Generalmente siempre hago lo primero, pero existe un la sombra del miedo a que se desate más violencia.

Baron Ashler


Me da tristeza que mi gusto por usar faldas cortas este subyugado al miedo de salir a la calle y ser tocada o molestada por alguno. Por eso propongo un disfraz que nos permita transitar por la cotidianidad, sin levantar las miradas libidinosas. Así que retomando a Hello Kitty, Heidi, Baron Ashler, a los marimachos, a la agencia que tienen los hombres, a la música electrónica y sus protagonistas robots, a los adefesios, a Genesis P. Orride y sus prácticas pansexuales, propongo la opción de una botarga. Que nos de la posibilidad de transitar entre ellos sin dejar de ser feminas. El disfraz se antepone y dirige la mirada a otro punto, se crean otras preguntas. Es probable que sea un pesado disfraz, pero ¿acaso no lo es un estilo juvenil subcultural? ¿Acaso una práctica trans no busca la posibilidad de inventarse otro yo? Propongo ser una botarga que sea móvil, de un traje que se desgaste con el tiempo para ser cambiante, que sea flexible para tolerar estragos como el calor, y que sea múltiple para lograr la interacción con otros para jugar en el ámbito heteronomartivo. Mantener un diálogo entre lo que se ve desde afuera y lo que esconde los pliegues.


Genesis P. Orridge

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1 comentario:

  1. Increible tesis acerca de la identidad. Lo que nos permite realizarnos como individuos es nuestra capacidad de elegir. El supuesto libre albedrio implica la existencia de la consciencia. Apoyo rotundamente la teoria de la botarga. La trangresion radica evidenciar lo evidente. Brilante postura.

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